Si eso ya lo sabía… -¿Y
tú, que haces despierta a estas horas? No se… una de mis tonterías –entonces
cuéntame. Observé detenidamente su rostro, no me gustó nada lo que vi en el. –ella
se abarco una muñeca por debajo de la manga del vestido con la mano inclinado
el cuerpo hacia adelante fijando la vista en el suelo, al rato –dijo-. Papa
creo que te estoy perdiendo. Desde que ella llego, apenas si te diriges a
nosotros. Estas más por ella, y por sus hijos, que por nosotros. Bueno, no te
lo reprocho, sé que necesita más atención… y que ellos, son sus hijos. Sé que
entre todos tenéis que ayudar a que se recupere… Pero yo… te quiero, y veo como
cada vez más que te alejas en mi horizonte. Cielo santo Amanda, me rompes el
corazón. Tu serias el ultimo ser de la tierra de quien yo me alejaría… -Pues,
no lo parece. Cierto que estos días he estado más por ellos, pero solo… Ya
sabes, soy así, cuando alguien tiene problemas me dedico en cuerpo y alma a él.
Hija… Pero mis sentimientos hacia ti… eso es otra cosa. Eres el ser que más
quiero… Métete esto en la cabeza, no me alejo de nadie y menos de ti... mi
pequeña brisa… Eres el mayor regalo que me concedió el cielo. –¡Oh!, papa perdona,
por haber dudado de ti, pero es que…
-En aquel instante
apareció Rafael con el niño en brazos. ¿Por qué has venido? –dijo ella-. ¿No
has visto la nota? Sí,-afirmo el-, pero tenía que venir. Tenías que haberme
despertado. –Vamos a tranquilizarnos –dije alargando los brazos-, pidiendo que
me dejara el niño.
-simón –dijo el-. Lo
que le haya dicho ella ahora, estábamos buscando el momento para decírselo,
pero no nos había sido posible. Siento que haya sido a una hora intempestiva. -Lo único que importa es que… que os aprecio a todos.
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