En aquel momento me vino a la mente el movimiento de aquellos matorrales
allí junto al arbusto, de nuevo fije la vista sobre aquel punto: nada no se
mueve nada. En ese instante me invadió una sensación extraña, una mezcla de
preocupación, miedo y a la vez curiosidad. Decidí acercarme hasta allí a ver si
había algo o todo era fruto de mi imaginación.
Empecé a descender, iba de prisa… Unos pasos y tuve que aminorar la
marcha, el corazón empezó a latirme de prisa en ese instante se estaba
apoderando de mí una tensión -tengo…tengo que tomármelo con calma –pensé. Debo
ir más despacio, no quiero que me ocurra
lo de antes, me siento débil! y cualquier alteración de este tipo me afecta
bastante. Si tengo que tomarme todo esto con más calma, parece que la vida aquí
no promete demasiado, no puedo quedarme con los brazos cruzados, tengo que
buscar algo, la manera de salir de aquí.
De un arbusto caído y medio seco me hice un bastón, necesitaba algo
donde apoyarme y también la fatalidad quien sabe -pensé, podría cruzarse en mi
camino algún reptil, u otro animal, -siempre es bueno ir prevenido –pensé.
Me faltaban unos pasos para llegar al lugar, cuando a través de los
arbustos, allí en los matorrales pude ver una figura caída en suelo, me llevé un gran sobre
salto. Avance rápido hasta llegar a su altura. Era una mujer rubia, aparentaba
unos treinta y tantos años. Reaccione corrí a su lado, tome las constantes sus
pulsaciones apenas eran perceptibles, las pupilas, no me gustó nada lo que vi. Su,
su estatura: debía de medir un metro setenta y tantos, extremadamente delgada.