De aquí
las dos y daremos un paseo. La verdad es que no tengo muchas ganas. Lo se, pero
tienes que hacer un esfuerzo: dentro de un ratito vuelvo.
Sola
recostada en la cama. Era ya casi de noche la habitación estaba... sembrada de
penumbra. Recordó las palabras de Balena antes de la sesión. Sintió un poco de
envidia de su optimismo, por no sentir esa fe y esas ganas de vivir en una
persona de su edad. En su mente resonaron aquellas palabras. ―Un día el
mensajero de la alegría se detendrá en tu puerta y tu sueño más anhelado se
cumplirá ―había dicho el, ¿Qué significaba aquello? ―¿Qué sabe lo que me espera
en el futuro? ―Pensó ¿Quién es el mensajero de la alergia? Se reincorporo de la
cama como si una gigantesca fuerza le impulsara a hacerlo, le pesaba el cuerpo,
le dolían las piernas se encontró delante del armario lo abrió, y como si
aquella fuerza guiara sus movimientos cogió la zapatilla, el paquetito de
pañuelos y regreso a la cama. Contemplo la zapatilla, a continuación el
paquetito de clínex lo dejo en el cajón de la mesita... concentro su atención
de nuevo en la zapatilla.
Se la
llevo a el rostro ―Dios mío me estoy volviendo loca ―pensó. Vio que a la altura
del talón tenía una mancha de sangre, sintió una punzada en el estómago y un
sudor frio empezó a emanar de su frente. ¡¡Oh, nooo!! Tengo que calmarme, tengo
que borrar de mi mente la imagen de esos cabrones. No me vais a hundir... Dios mío
dame fuerzas.
―De nuevo el recuerdo de el se sobrepuso a todo,
reconfortándole, colmándole de alivio. Se sorprendió reflexionando en voz alta
―¡donde estas! Por favor quiero sentir solo tu voz ¡ayúdame! solo quiero
dormirme sentir, sentir aquella sensación tan dulce como cuando pusiste tu mano
en mi vientre... sentí que algo se movió dentro de mi. Se llevo la mano al
vientre he hizo como el. Fue ascendiendo. --