Echó las sabanas
hacia atrás, puso los pies en el suelo tanteo con la punta de los dedos hasta
encontrar las zapatillas y en encajándoselasl. Permaneció sentado en el filo de
la cama inclinado cubriéndose la cara con las manos, reflexionando, intentando
entender lo que le estaba ocurriendo, a él y a los demás, ¿Qué significado tenía
todo aquello?. Se puso los pantalones y un jersey y se dirigió al despacho.
Sentado en el sillón abrió el cajón del escritorio donde guardaba el dibujo de
la visión de sus sueños, lo puso ante él, encima de la mesa. Contemplo
detenidamente cada trazo, cada línea, cada contorno del dibujo, una y otra vez
hasta que notó que empezaban a irritársele los ojos. Desvió la mirada a hacia
la puerta, como esperando ver entrar alguna respuesta sobre aquel misterio.
Luego siguió con la mirada todo el entorno de la estancia. Bajo la vista de
nuevo al dibujo. Le pareció ver algo junto a aquel ser justo en la puerta de la
gruta de hielo… se froto los ojos intentando aclararse la vista. Desvió de
nuevo la mirada hacia el dibujo. Se llevó un sobre salto al escuchar una voz
interior, pronunciando palabras que él no entendía. El corazón empezó a
palpitarle aceleradamente cuando le pareció que aquellas palabras fluían de los
labios de aquel ser –tengo que calmarme –pensó-. Esto no lo estoy viendo, es
solo mi imaginación.
Despertó sobresaltado…
abandonó el despacho a toda prisa y volvió a su habitación. Se sorprendió al
contemplar que el viejo reloj marcaba las cinco y media. Dos horas había
permanecido fuera de la habitación. No creía que hubiera sido más de un cuarto
de hora el tiempo transcurrido en la
inspección del dibujo
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