PGN. 149
-Dios vendito, igual que en el cine, esto es increíble, guau…
El comandante Ocun, su esposa, Akka y este es Denian.
Vaya, a si que tu eres Denian, el que le gusta cuidar el reba-
ño. Encantado de conocerte chico yo soy Santiago. Bueno
Supongo que abras oído hablar de mí. –Denian observó
Con detenimiento a Santiago,- al fin dijo. Me alegro puedas
ver me y escuchar. –vaya y yo también. Ya sabes, que…
Sabes… que aquí tienes un amigo jejejeje…, Dios mío, no
sé si me entenderás bien, ni siquiera sé que digo. – santia-
go cálmate hombre. Lo siento Onni pero es que esto es al-
go increíble. Si lo sé pero vas a desconcertar a ese mucha-
cho con tus signos de nerviosismo. –lo siento pero es que…
esto es superior a mí…
Los directores del observatorio salieron recomendándome
que no abandonara el lugar, porque estaban seguros que
mi presencia sería necesaria ya que yo Hera la persona que
había establecido contacto con los seres del sistema de mun-
dos lejanos, desde el principio y además era necesario que
estuvieran presentes todos los que de una forma u de otra
habían mantenido contacto.
Hola cariño pero ¿qué es lo que pasa? ¿Porque tenemos
que estar todos aquí? No temas. Solo serán unas horas.
-¿Dónde esperaremos todo ese tiempo?. Akka le cogió la
mano y diciendo Mi padre él quiere que nadie se tenga que
ir a la cueva, que nadie se quede fuera. –diciendo esto mi-
ro a su padre el asintió corroborando las palabras de ella.
-si -dijo si lo preferís podéis esperar dentro, todo el tiempo
que sea necesario. Oh cariño que cómodo se es ta en estos
asientos, hoy me siento agotada. – Pirkko recostó la cabeza
en mi hombro.
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