PGN. 5
-Daniel hagamos una cosa, pásate a las ocho, piensa en un lugar
apartado de aquí donde podamos cenar y charlar un rato tranquilos. Aquí estaré
señor Robert… -Ah!, Daniel puedes tutearme. De acuerdo Robert… Nos vemos.
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Alma solitaria y triste ¿Quién te ha causado tanto dolor…? ya a tus catorce
años vienes de vuelta de todo. Dios mío ¡como duele a veces estar vivo! Una de
tus criaturas tan joven, he inocente… y ya conoce los aledaños de la locura y
del infierno -Qué sentido tiene todo esto ¿para qué sirve el sufrimiento?
Uff… maldita sea! ¡Cuánto tiempo llevo durmiendo! Ese muchacho, debe
llevar un rato esperando. ¿Qué es lo que me pasa? Esto no es normal, solo me
ocurría cuando era más joven las veces que trasnochaba.
-¿Disculpa ¿hace mucho que esperas? Un cuarto de hora, en este momento
iba a pedir que te llamaran a tu habitación. Pues si me pidieras una
explicación, no sabría dártela. Me acosté a las dos y no he despertado hasta
las ocho. Durante la siesta no me había pasado nunca.
Ya estamos llegando, es ahí enfrente esa puerta marrón, creo que te va
a gustar… los amigos y yo somos asiduos desde que lo inauguraron hace seis años.
¿Sois muchos? Lo éramos la mayoría se han casado y le han dado un rumbo nuevo a
su vidas, ahora la mayoría de las veces somos cuatro y pronto tres porque uno
se marcha a Alemania… y a si vamos.
Tenías toda la razón, es un lugar confortable; se está bien y la comida
esta riquísima… y este vinito, como que está ocupando ya su lugar aquí dentro
jejeje… –mira, es un vino de la tierra.
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