PGN. 17
Me alejé hacia la barandilla, me agarré, era
inevitable que devolviera. En aquel instante eche todo lo que había comido, en el ultimo dia y algo mas. En aquel momento sentí un leve roce en el hombro, giré la cabeza. Allí estaba ella con EL rostro aun pálido, -con un gesto -dijo ¿tu bien? –si, gracias ya ha pasado,
no es nada. Pero lo cierto era que tenia el estomago totalmente descompuesto. Me introduje la mano
en el bolsillo, saque una volsita de papel con algunos frutos secos que me
habían sobrado, me los vacié en la palma de la mano con la intención de matar un
poco la ansiedad que me embargaba.
Mire arriba, unas gaviotas planeaban encima nuestro. Seguí andando. Enia caminaba junto a mi. En una ocasión le sorprendí con la mirada fija en mi, fui a decir algo, pero de pronto algo me rozo
en la cabeza. Me lleve tal sobresalto que apunto estuve de de perder el
equilibrio. Cuando me recompuse, un poco de la sorpresa, vi a Enia tratando de
reprimir una sonrisa. Los que no disimulaban eran los demás, Demian, la madre de
Enia, su amiga y también un gran número de pasajeros que habían contemplado la escena. Enia señalo el suelo, vi las gaviotas pelear por coger los frutos secos
que me habían caído de la mano. -Vaya…estos animales, ¡que listos!.
Uf, que cansado estoy Colega y los oídos me zumban ese
ruido del casco contra el hielo no se me va de la cabeza. Onni tendrías que
darme un masaje –lo siento pero no me ayo en condiciones, aun tengo el cuerpo
un poco revuelto de cuando se lo hice a Enia. -Sabes una cosa, creo que esa
chica es mas lista de lo que parece ¿te as fijado como te miraba?. –En lo único
que me he fijado es que esa criatura como no reciba atención psicológica va a
acabar desarrollando alguna neurosis aguda… o Dios sabe que.
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