PGN. 232
Silencio de Peter, pues cuando íbamos
para
allá, no había quien le hiciera callar, era una
verdade-ra lata. En principio no sabía
que
responder,realmente, nada les
importaba a
ellos el silencio de Peter. Nuestros problemas
eran solo nuestros…de cualquier
índole, solo
formaban parte de nuestra intimidad. –Me
sorprendí a mí mismo -respondiendo. Un
verdadero brama familiar el de mi
hermano
y el mío, Ya desde nuestra infancia. Mire de
reojo hacia la puerta del servicio Peter
venia
de regreso. Me encogí de hombros con
un
gesto de disculpa por tener que
interrumpir
el dialogo. Ellos lo entendieron y
simularon
un dialogo de un tema totalmente
distinto.
Observe a Lauren, era un tipo
inteligente y
observador. En una ocasión le sorprendí
mirando fijamente a mi hermano y en
aquel
instan, el a su vez me sorprendió a
mi.
Luego cogió una rebanada de pan, con
la
rebanada en sus manos la elevó
diciendo
las mismas palabras que en la
liturgia,
dividió la rebanada en cuatro
porciones.
Invitándonos a que cogiéramos. –¿eres
católico Lauren? -dije sin apartar la
vista
de las porciones –si, cuando niño mi
fe
era ciega a veces con los amigos jugan-
do celebrábamos la misa, yo era
siempre
el cura. Pues me aprendi todo el
oficio de
memoria. Luego fui creciendo, me di cu-
enta de otras cosas, esto sembró una
cierta confusión, en mi hice muchas
preguntas a los que crei que me ofrece-
rían una respuesta, todo quedo así,
muchas preguntas i ninguna respuesta.
Fue decepcionante para mi –¿sigues
llenado a misa? Si, aunque todo parez-
ca de lo mas absurdo, las guerras, las
catástrofes naturales, las que provoca
el hombre, todas las guerras…siem-
pre sufriendo los mas inocentes
-¿Dónde
estás tu señor? –me pregunto… aun
así no concibo un mundo sin Dios, sin
alguien que
establezca un cierto orden y equilibrio
-¿sois católicos? -dijo Lauren antes
de
llevarse la cuchara a la boca –si –respondí,
pero no lo practicamos, en contadas
oca-
siones vamos a la iglesia, bodas,
entierros,
bautizos….
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