Sentía que la ilusión rebosaba por todos los poros
de su cuerpo. El había dicho que el símbolo le aportaría el equilibrio, que
sería el guía en su vida. No entendía el significado, pero en este momento no
le importaba, era feliz.
Sentía ganas de gritar. -Si fuera otra hora –pensó
gritaría me colgaría al cuello de mama, gritando te quiero mi mama, luego
correría al lado de su padre, le pediría perdón… y al enano lo abrazaría con
fuerza. Encendió la luz de la mesita fue hacia el armario, reparó en su
vestuario, tenia que deshacerse de casi todo, le rogaría a su madre que fueran
a una tienda y renovaría su vestuario –lo malo es que tendría que comprárselo
de lo más asequible de precio -pensó con tristeza…. ¡lo mal que andaban de dinero!
-¿si yo fuera mayor –se lamentó, tendría un empleo y me compraría toda la ropa
que quisiera. Cerro la puerta del armario con cuidado, no fuera a sentirla su
madre y cundiera la alarma. Volvió a la cama, se hecho sin cubrirse con la
ropa. De nuevo su pensamiento volvió <> -Dios mio –pensó…
no te pido, tener dinero tampoco ropa de marca, yo solo…. no sentir esta angustia, estas ideas que me
pasan por la cabeza… este dolor. Señor yo solo quiero ser un poco feliz.
Sintió un murmullo, en la penumbra vio como la
puerta se abría… -¡Cariño! Escuchó la voz de su madre. Se alegró de que
apareciera, necesitaba hablar. Mama ¿que pasa? -dijo simulando estar medio
dormida. Nada, me ha parecido oír algo y me he asomado -Estoy bien mama, mejor
que nunca, aunque aún no me he dormido…